Actualidad Comentada/Insultos alemanes al Papa

Por P. Santiago Martín

(Franciscanos de María)

El Papa está de viaje en África. Después de haber visitado Congo, se encuentra ahora en Sudán del Sur. Si la primera etapa de este viaje apostólico era difícil, la segunda lo es aún más. En Congo ha vuelto a apelar a las naciones ricas para que dejen de expoliar África, sobre todo sus recursos naturales. También ha clamado contra otro de los males del continente, la corrupción. El resultado de estas peticiones será, seguramente, muy pobre; más o menos el mismo que obtuvo San Juan Pablo II cuando estuvo en ese mismo país o Benedicto XVI en los tres países africanos que visitó. Por lo demás, hoy el rostro de los expoliadores de África ha cambiado y ya son más los rusos y los chinos que los europeos o norteamericanos. Sin embargo, el Papa ha hecho lo que debía hacer, aunque por desgracia la suya sea una voz que clama en el desierto.

Posiblemente tampoco tenga mucho éxito la defensa del celibato sacerdotal que ha hecho ante el clero congoleño. Lo ha calificado de “signo luminoso de disponibilidad hacia Dios”. Por desgracia, una parte considerable del clero de ese país no lo respeta, hasta el punto de que los obispos no se atreven a actuar contra los que lo infringen, por miedo a perder a esa importante parte del clero y dejar muchas parroquias desatendidas, a merced de las sectas.

Ahora le toca el turno a Sudán del Sur. La guerra civil ha causado ya 400.000 muertos y, a pesar de los acuerdos de paz, no parece que vaya a terminar pronto. Posiblemente aquí también las palabras y los gestos del Papa -en el Vaticano se arrodillo ante el presidente y el vicepresidente de Sudán del Sur y les besó los pies para suplicarles que dejaran de luchar entre ellos- den poco resultado, pero el Papa hace lo que debe hacer en este caso, ante Dios y ante el mundo: trabajar incansablemente por la paz.

Mientras, de Alemania siguen llegando malas noticias. Tras las palabras del Papa en la entrevista a Associated Press, en la que calificaba al Sínodo alemán de elitista e ideologizado, el presidente de los obispos de ese país, Bätzing, arremetió directa y fuertemente contra el Pontífice. Preguntado por el periodista por qué había estado engañando al pueblo alemán, diciéndole que el Papa estaba a favor del Sínodo cuando no era así, se defendió reprochando al Pontífice que no hubiera tenido el valor de decirle a la cara lo que pensaba y acusándole de gobernar la Iglesia a base de entrevistas a periódicos y televisiones. Estas acusaciones públicas contra el Papa, hechas nada menos que por el presidente de una Conferencia Episcopal, no han tenido aún respuesta, pero indican por sí mismas la gravedad de la situación y la proximidad en que se encuentra el punto de ruptura, con un muy difícil retorno. No hay precedentes de que el presidente de un Episcopado haya afeado públicamente al Papa su conducta y el que Bätzing lo haya hecho significa mucho más que la expresión de un enfado momentáneo: es una falta de respeto a lo que representa el Papa, porque no se ha tratado de una crítica a alguna enseñanza suya, sino de una acusación clara de cobardía. Está por ver si insultar al Papa llamándole cobarde, sale gratis.

Que los alemanes no van a cambiar y que van a seguir aplicando las conclusiones del Sínodo, incluidas las que expresamente ha prohibido el Vaticano ha sido ratificado por la presidenta del Comité de Laicos, que no ha dudado en declarar que no se van a doblegar ante Roma. Otro alemán que ha intervenido esta semana ha sido el cardenal Kasper; el que fuera inspirador de la “Amoris laetitia”, hace tiempo que se ha mostrado muy crítico con lo que está pasando en su país y esta semana ha llegado a decir que la desobediencia a Roma pone a la Iglesia alemana al borde del cisma.

Estas no son sólo opiniones de una élite bien informada, sino que también han calado en la gente. Una encuesta hecha entre los católicos alemanes afirma que el 42 por 100 de ellos creen que se producirá el cisma, frente a tan solo un 27 por 100 que cree que no, mientras que el resto no se pronuncia sobre el tema. Lo que la encuesta no ha averiguado, y hubiera sido lo más interesante, es hacia qué sector se irán los alemanes si se produce el cisma: hacia el sector protestante o hacia el claramente católico. Seguimos rezando por la Iglesia y por el Papa.



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