A dos años de la pandemia, ¿por qué el Covid-19 alteró aún más la vida de los pacientes con dermatitis atópica?



A dos años de lidiar con la pandemia de Covid-19, nadie imaginó todos los estragos que este hecho dejaría en el planeta. 

La incertidumbre de cuándo terminará, el confinamiento, el temor al contagio, el distanciamiento físico, el desempleo, la pérdida de seres queridos, entre otras situaciones, trajeron daños colaterales como ansiedad, depresión, miedo y estrés.

Sin embargo, para las personas que viven con dermatitis atópica (DA) los efectos han sido aún mayores.

Cuando en marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el brote de Covid-19 como pandemia, se priorizó la protección de grupos vulnerables como adultos mayores y personas con diabetes e hipertensión. 

No obstante, otro tipo de enfermedades inmunológicas, como la dermatitis atópica, pasaron desapercibidas a pesar de que la DA afecta al 20% de la población en nuestro país, de acuerdo con el Colegio Mexicano de Inmunología Clínica y Alergia.


Esta enfermedad crónica de la piel, que implica síntomas como enrojecimiento, resequedad, erupciones y comezón excesiva, puede generar un fuerte impacto físico y emocional; a la postre, ocasiona trastornos del sueño, estrés, ansiedad y depresión. Todo ello con total independencia de las preocupaciones en torno a la pandemia.


Previo a la crisis sanitaria, un análisis de la Universidad Michoacana en pacientes con DA, de 7 a 15 años, ya revelaba que el 64.7% presentaba depresión y que, incluso, la enfermedad afectaba la dinámica familiar.  


Mientras que, en el caso de los adultos, los efectos psicológicos provocaban incapacidad laboral de hasta 5.3 días al año, según la Fundación Mexicana para la Dermatología. 


Esto refleja que los estragos emocionales ya eran parte de la rutina de una persona con esta afección y, en estos últimos dos años, no hicieron más que acentuarse.


“El problema radica cuando estos brotes se presentan de manera constante y no tienen un diagnóstico y tratamiento adecuado. Se presentan episodios de intensa comezón provocando dolor, sangrado y lesiones crónicas lo cual impacta en la calidad de vida del paciente, por ejemplo, en el sueño, provocando desde ausentismo escolar o laboral, e incluso en casos moderados a graves pensamientos recurrentes de suicidio. 

"Por ello, la atención psicológica debe ser parte integral del tratamiento médico de estos pacientes”, señala la Dra. Ana del Carmen García, especialista en medicina interna, alergia e inmunología clínica de la unidad de Alta Especialidad de Sanofi.



Desafío por partida doble

Si bien la llegada de la vacuna contra el Covid-19 ha aliviado un poco la tensión, la zozobra continúa debido a la aparición de variantes de SARS-CoV-2 como ómicron, una de las más contagiosas hasta el momento, de acuerdo con la OMS. 

En las personas con dermatitis atópica, esta inquietud constante detona las exacerbaciones en la piel y agudiza los síntomas de su condición, poniendo en riesgo el control de su cuadro.

El panorama es todavía más preocupante cuando la DA coincide con el Covid-19, “una enfermedad inflamatoria que debilita al sistema inmunológico. 

Por eso, se ha observado que pacientes con dermatitis atópica, que se contagian de Covid-19, pueden tener brotes o exacerbación de la enfermedad. Incluso, quienes no sabían que la tenían, descubren que la padecen debido a la intensificación de sus manifestaciones”, advierte la Dra. Ana del Carmen García.

Exista o no contagio de Covid-19, hay que prestar atención a nuestra piel y acudir al especialista, ya sea un dermatólogo o alergólogo, para que identifique el padecimiento y determine su grado de afección, así como la estrategia a seguir para moderar los síntomas. 

Y es que esa comezón que atribuyes al estrés por la pandemia, en realidad podría ser dermatitis atópica, la cual llega a tardar meses o hasta años en ser diagnosticada y tratada.




Publicar un comentario

0 Comentarios