Los pobres serán aún más pobres con la educación de Marx (Arriaga). La brecha social se ampliará. ¿Quién contratará a un joven aunque tenga un título de una Universidad Gansito si no sabe escribir bien o dice “dijistes”, no entiende un párrafo, no sabe resolver una regla de tres, no habla ni un poco de inglés o no sabe manejar una computadora? Y que, además, tiene ubicado al dueño de la empresa como un fifí explotador y es experto en organizar a la “comunidad” para rebelarse contra los explotadores; sus héroes son Lucio Cabañas o Genaro Vázquez Rojas, o los asesinos de Eugenio Garza Sada y Fernando Aranguren y que cree que la “lucha de clases” es inevitable. Yo creo que le costará mucho trabajo conseguir un buen empleo…
Los jóvenes que hayan estudiado con libros mal hechos, con mentiras históricas y con más ideología que ciencia, y que además tiene un serio retraso por la pandemia, estarán probablemente destinados a la economía informal o al crimen organizado. ¿Podremos como país competir con naciones como China, Japón o Corea del Sur cuyos jóvenes, al salir de la escuela, hablan tres o cuatro idiomas, conocen los últimos avances en ciencia y tecnología, son expertos en matemáticas y computación, tienen el hábito de leer varios libros al mes, son aspiracionistas y desean progresar y vivir mejor?
El responsable de estos libros de (pre) texto, el “Doctor” Marx, afirmó que los errores -que tuvo que reconocer- representan “áreas de oportunidad”. Imaginemos a un fabricante de automóviles que les dice a sus clientes: “Los frenos están defectuosos, pero son una gran oportunidad para que aprendan a manejar sin frenos o a frenar con el motor”; o un médico al paciente: “Perdón por la operación que no necesitaba pero representa un área de oportunidad para que aprenda a vivir con un solo riñón”.
Es increíble el cinismo del presidente López cuando dice que aunque haya muchos errores, no existan planes y programas de estudio, los Padres de Familia y los expertos no hayan sido consultados, o los maestros no hayan tenido tiempo de conocer con anterioridad los libros, ya ni modo, se tienen que usar porque “ya están impresos”, y que si hay que corregirlos se hará en los próximos años. Pobres de los niños que no tengan otra opción que usarlos, servirán como conejillos de Indias para ver qué hay que corregir.
Pregunta: ¿y la orden del juez para que no se distribuyan? “Voy a demandar al juez”, responde el presidente.
Es frecuente que el presidente López ordene destruir algo incluso antes de tener con qué reemplazarlo. El crimen de destruir el Seguro Popular con el único argumento -que nunca demostró o denunció- de que había corrupción y grandes negocios de los malvados neoliberales corruptos, dejó sin servicios de salud a millones de mexicanos que hoy gastan mucho más en medicinas y médicos particulares de lo que reciben con los programas del Bienestar. Su gran idea causó miles de muertes adicionales a las que murieron por su pésima gestión de la pandemia.
Lo mismo ocurrió con el Nuevo Aeropuerto de Texcoco: lo destruyó sin tener con qué reemplazarlo. Dijo que había corrupción, pero nunca hubo denunciados, ni siquiera mencionados. Su AIFA sigue mal comunicado y tiene muy poca ocupación, y pagaremos miles de millones de dólares gracias a la idea de López. Y también con las Guarderías Infantiles y las Escuelas de Tiempo Completo. Y ahora con los planes de estudio de toda la Educación Básica de la SEP. Destruye lo anterior solo porque no lo hizo él, y tiene que improvisar para reemplazar lo que destruyó. ¡Qué poca sensibilidad!
Me preocupa y me pregunto qué se puede hacer con la educación de los niños y jóvenes. No creo que la solución sea lo que dijo un dirigente partidista: quemar los libros. No, no se pueden quemar. Pero creo que la posibilidad de no dañar más a los estudiantes radica en los docentes, en los verdaderos maestros y maestras. No en los líderes agachones del SNTE, sino en los verdaderos educadores, aquellos que pueden hacer que los niños aprendan lo adecuado, usando los libros del año pasado, la experiencia que tienen y, sobre todo, su verdadera vocación de educadores, y no hacer caso de ignorantes agitadores marxistoides. Los docentes tienen la gran oportunidad de convertirse en los héroes que impulsen hacia adelante a nuestros niños y jóvenes.
Cada día más sectores de la sociedad se manifiestan en contra de los libros marxistas (de Arriaga, no de Karl) empezando por los Padres de Familia, la Iglesia Católica, los gobernadores, los legisladores y los verdaderos educadores; la Academia Mexicana de Ciencias –que señala sus errores y desprecio al conocimiento científico– la Coparmex, el Consejo Coordinador Empresarial, molestos por la apología que hace Marx Arriaga de los asesinos de Eugenio Garza Sada y Fernando Aranguren, y ahora también por los jueces que constatan que se violaron los procedimientos para su elaboración.
Potosinos Enchilados
Oooootra vez fallaron los elevadores del IMSS, ahora en Monclova, Coahuila. ¿Será ooootra vez que no les dio mantenimiento la empresa Sitravem, de jugosos contratos pero de dudosa reputación? ¿O será ooootro caso de austericidio?
El paraíso perdido en Guerrero. El Estado totalmente fuera de control. La guerra de los cárteles desatada desde Chilpancingo hasta Acapulco. Solo los valientes siguen yendo por carretera a la otrora ciudad preferida por vacacionistas de todo el mundo.
No solo manufacturas, tequila, cerveza y productos agrícolas. Los medios de comunicación dicen que ahora también exportamos violencia a través de los cárteles. El asesinato del candidato presidencial de Ecuador se atribuye al Cártel de Sinaloa, sí, los del Chapo, tan gentilmente considerados por YSQ.
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