Vengativo, tóxico
Por Luis Repper Jaramillo
lrepperjaramillo@yahoo.com
“Soy el presidente más atacado en los últimos 100 años”, “El INE quiere taparme la boca”, “los conservadores nos dejaron un México en ruinas”, “los neoliberales en lo moral son muy hipócritas y en lo material son muy corruptos”, “el Tribunal Electoral me acusa de violencia política de género”, estas y cientos de excusas más, para justificar su ineptitud, incapacidad y cobardía, demuestra un día sí y otros también el merodeador de Palacio Nacional, quien en su virulenta vanidad, soberbia, narcisismo, egolatría acusa a terceros del estrepitoso fracaso de su fallido sexenio.
¿Cuándo, amable lector, ha escuchado de Andrés Manuel ofrecer un disculpa o aceptar un error, pese a que todas las pruebas, resultados y cifras obran en su contra: inseguridad, homicidios dolosos, desapariciones, pobreza, pobreza extrema, muertes doloso/culposas por fallecimiento de más de 3 mil 500 niños con cáncer, y contando. Desempleo, insalubridad, corrupción, inducción al comunismo/dictadura, dilapidación del erario público en las campañas electoreras de su “corcholatas” inmundas?
O, ¿dígame, mencione una, sólo una obra de interés social que haya realizado, inaugurado y entregado a la población en 4 años 9 meses de infausto inservible sexenio? Ninguna. Y no me vengas Andrés con que Tren Maya, Dos Bocas o la Central Avionera Felipe Ángeles, son obras de interés popular, cuando todos sabemos que representan la egolatría, soberbia, narcisismo, vanidad, conveniencia, de un sujeto envuelto en la bandera de la autolatría (adoración de uno mismo) o culto a su personalidad.
Su castrosa presencia, ante medios de comunicación cada amanecer en la Ciudad de México, desde la Jefatura de Gobierno del DF (5 años) y en Palacio Nacional (4 años 9 meses), es decir casi 10 años, es muestra fehaciente del egotismo que envuelve su harapienta figura física y moral, que sustituye por arrogancia, pedantería, redicha, cuando agrede, insulta, denosta a quienes no pensamos como él, lo cuestionamos, incomodamos con saber la verdad, la verdadera situación en que está colapsado el país.
Esa es su salida fácil, ignorar la pregunta, envolver en galimatías una pseudo respuesta, enfadarse con el interlocutor o acusarlo de trabajar en un medio fifí o neoliberal que lo atacan porque critican su nefasta Transformación de 4ª.
Su intolerancia exacerba. Es tan cobarde que cuando acusa con ligereza, sin pruebas, números, citas, referencias reales, de inmediato arremete contra terceras personas de desequilibrar su monólogo de la soberbia, sus “logros”, “alcances”, etc. De ordinario, acude a “yo tengo otros datos”, una evasiva cínica, inmoral, mentirosa. Luego la promesa fatua “le pido a Jesús Ramírez Cuevas (su vocerillo de pacotilla) que a la brevedad le haga llegar a su medio la información pedida” Salida cobarde por no saber, ni entender lo que el periodista preguntó.
A lo largo de su periplo electorero en 2018 y luego en Palacio Nacional, Andrés Manuel nunca ha asumido el rol por el que más de 30 millones de votos lo llevaron al palacete virreinal del Zócalo. Siempre evasivo, con mentiras (más de 103 mil y contando desde el 18 al 23), con medias verdades y “sus datos” el Peje tiene irresponsabilidad personal, una patología que la psicóloga Valeria Sabater (Licenciada en Psicología, por la Universidad de Valencia, España, especialista en neurocreatividad, inteligencia emocional y coaching) describe como la persona que jamás admite sus errores y presenta graves carencia de competencias. No sabe hacer equipo (el poder de un solo hombre) ni siquiera crear su propio futuro”
Sabater, retoma una reflexión de Alexander Pope, que viene al caso (YSQ) “equivocarnos nos hace humanos; admitir los errores y ofrecer disculpas nos hará divinos” Por eso Andrés Manuel es atorrante, perverso, castroso, vil, tóxico, ofensivo, retrograda.
El macuspano vive su época marcada por la infalibilidad (es decir se siente infalible, que nunca falla) en donde abundan las personas que no admiten sus errores. Como político no se responsabiliza de sus desatinos (siempre culpa a terceros), desaciertos y no mide las consecuencias de su irresponsabilidad.
Para los psicólogos, el enfermo (AMLO) jamás ofrece disculpas por algo determinado y no admite con valentía y claridad (lo he dicho siempre, López Obrador es un cobarde) la existencia de un agravio.
¿El ejemplo más reciente, va? los adoctrinadores libros de texto gratuitos de la SEP. Él fue creador, ideólogo, responsable intelectual del diseño, contenidos, perversidad, doctrina, evangelización, ideario. Como cobarde que es, no da la cara y manda a sus testaferros, larvas, gusanos pestilentes, chairos a “justificar” la producción, edición y entrega de los textos, sin haber sido aprobados al amparo de la Ley General de Educación, maestros, padres de familia, pedagogos. En tanto sus esbirros tontos, inmorales, pervertidos, culposos, irresponsables, Leticia Ramírez Amaya, Titular de la SEP (una torpe con cargo de primer nivel), Marx Arriaga, Director de Materiales Educativos y el Subdirector, Sady Loaiza Escalona, además de ser estúpidos, mal redactados, faltos de ortografía, contenidos, equívocos en fechas históricas del país, hasta la idiotez de ubicar erróneamente la división política de Querétaro en la posición de Guanajuato o viceversa, son quienes enfrentan a los periodistas y a la sociedad.
En un país desarrollado, con autoridades públicas inteligentes, cultas, profesionales, éticas, dignas, estas estupideces de la Transformación de 4ª, hubieran exigido de inmediato la renuncia al cargo de los responsables y el somnoliento inquilino del palacete virreinal, pedir licencia al cargo, por dignidad, ética, orgullo, interés de la nación, pero como éste infame carece de esos atributos, ahí sigue dando lástima y vergüenza nacional.
Las contradicciones, irresponsabilidades y acusaciones sistemáticas contra terceros, demuestran que Andrés Manuel López Obrador, tienen personalidad rígida y carencia de habilidades sociales, que nos lleva a tomar conciencia de que no vale la pena perder nuestro ánimo y salud por NADA, ante lo insignificante que es Andrés Manuel.
Para Paul Krugman, Catedrático de la Universidad de Princeton, el mundo vive la extraña epidemia de infalibilidad, especialmente los políticos (AMLO) y agentes sociales (T4a, gabinete, legisladores, gobernadores, alcaldes morenistas) que se aferran a querer dar una imagen de eficiencia absoluta, sin conseguirlo.
Ante ello no admiten la responsabilidad de sus falsedades o malas decisiones (la más contundente: amar a su mesías), que trae serias consecuencias (el estado “catatónico” de México), que se pondrá peor en lo que resta de 2023 y todo 2024 (año electoral), pues han cruzado la línea roja y no les importa las inferencias.
Andrés Manuel es un narcisista consuetudinario por estar obsesionado en publicar, difundir, exhibir desde el monólogo de su soberbia, de manera rutinaria sus “logros”, metas conseguidas, sus mentirosas virtudes, “elevadas” competencias (miente y simula. No tiene el perfil profesional para el cargo) Nunca presentó, tampoco le exigieron aprobar el Examen de Control de Confianza. Las consecuencias las padecemos más de 130 millones de mexicanos.
Responsabilizar a terceros (Calderón, Peña, X González, Salinas, Fox, Zedillo, PAN, PRI, neoliberales, conservadores, etc.) de todos sus males y el fracaso de su gobierno, es una fuga emocional. Por eso los inversionistas extranjeros y empresarios externos han sacado su dinero del país, por la inestabilidad moral del Peje y su política exterior.
Eso lo sabe, pero es tan soberbio que en vez de implementar un plan de convencimiento y reconversión de su política fiscal, económica, hacendaria, de seguridad, comercial, etc. se dedica a retar a los organismos multinacionales, a inversores foráneos a comprobar las críticas a su gobierno, venidas (como siempre acusa sin pruebas) de terceros, que toma de justificación para evadir su responsabilidad.
Cuando candidato eterno a la presidencia, en su narrativa (durante más de 20 años) siempre se quejó y acusó a “los otros” de los males del país. En esa posición, siempre tenía todas las soluciones a los problemas de México. Ya en Palacio Nacional, ahora tiene todas las excusas para justificar sus fracasos. Es un hombre sin dignidad.
Los traumas que desde niño acompañan a Andrés Manuel (el asesinato de su hermano. Fratricidio), la invalidez de por vida a un “amigo” del equipo de beisbol luego de una pelea, quien al darle la espalda, López le lanzó una pelota que impacto en la nuca que le provocó una parálisis eterna.
Dos casos solamente del niño Andrés, considerado por la palomilla en Macuspana, como “niño problema”, corajudo y vengativo.
Así ha (des) gobernado México, con rencor, ira, vileza, venganza. Por eso más de 155 mil muertes de odio, 101 mil desapariciones, inseguridad galopante (mientras mantiene fidelidad con el narco); más de 3 mil 500 niños con cáncer fallecidos por suspensión de medicinas y tratamientos oncológicos. ¿Más cifras negras? No. Creo son suficientes para exhibir la irresponsabilidad personal de López Obrador, el autolatra.
*Colaborador de los Grupos Editoriales Digitales grupometropoli.net, radioexpresionmexico.com, mexiconuevaera.com, pausa.mx, revistapeninsular.com, aldeadigital.mx, bajosello.org
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