Por P. Santiago Martín
(Franciscanos de María)
El sábado pasado, el Papa nombró nuevo prefecto de Doctrina de la Fe al arzobispo de Río de la Plata, en Argentina, monseñor Víctor Manuel Fernández. Ningún nombramiento de los efectuados por el Papa Francisco ha provocado las reacciones de éste, por dos causas: la persona elegida y la carta que el propio Pontífice ha hecho pública para acompañar el nombramiento.En cuanto a la persona, las críticas se han centrado en su actuación ante casos de abusos sexuales, en una obra escrita por él hace muchos años sobre la utilidad del beso y en sus opiniones teológicas.
Sobre el primer punto, los que han protestado han sido los de la fundación “Bishopaccountability.org” de Estados Unidos, que le acusan de no haber dado crédito a las víctimas de un sacerdote de su Arquidiócesis, que terminó suicidándose poco antes de que le arrestaran; el arzobispo ha rechazado las acusaciones, diciendo que hizo todo lo que había que hacer y que hubiera sancionado canónicamente al sacerdote si éste no se hubiera suicidado.
En cuanto al libro de su autoría sobre el arte de besar, el arzobispo ha recordado que fue escrito cuando era un joven sacerdote y que buscaba con él enseñar a los jóvenes a no tener relaciones prematrimoniales y contentarse con besarse; además, ha recordado que ha escrito muchísimos libros, de uno de los cuales –“Los cinco minutos del Espíritu Santo”- se han vendido miles de ejemplares y ha ayudado espiritualmente a mucha gente.
Las críticas más duras, sin embargo, le han venido por sus opiniones teológicas; ha sido considerada herética su afirmación de que la sucesión de San Pedro, por lo tanto el ser vicario de Cristo, no tiene por qué ir unida a ser obispo de Roma; en una homilía del 5 de marzo denunciaba que la Iglesia “ha tejido toda una filosofía y una moral llena de clasificaciones, de clasificar a las personas, de ponerles etiquetas: este es así y este es así, este puede comulgar y este otro no, este puede ser perdonado y no este otro”, en referencia, sin decirlo explícitamente, a la prohibición de confesar y comulgar que tienen los que conviven y tienen relaciones sexuales sin casarse por la Iglesia; sobre este mismo tema, escribió un artículo justificando el uso de preservativos para no tener hijos en los casos en que el matrimonio se pueda romper porque uno de los cónyuges no acepta la abstinencia sexual ligada al respeto al control de la natalidad siguiendo métodos naturales; el conjunto de estas acusaciones le hace, para sus críticos, incapaz de salvaguardar el depósito de la Fe.
En cuanto a la carta con que el Papa acompaña el nombramiento de monseñor Fernández, se deja claro que el Pontífice quiere un cambio en profundidad en la forma en que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe debe llevar a cabo su misión, e incluso en el contenido de esa misma misión.
Sorprendió y dolió mucho que el Papa dijera que “el Dicasterio que presidirás llegó a utilizar en otras épocas métodos inmorales”; al no precisar a qué épocas se refería, la acusación se podía aplicar a cualquiera, incluidos los últimos prefectos de Doctrina de la Fe; fue el propio monseñor Fernández quien lo aclaró en una entrevista diciendo que se refería a la antigua Inquisición.
En la carta del Papa también se dice que en aquellos tiempos “más que promover el saber teológico se perseguían posibles errores doctrinales. Lo que espero de vos es sin duda algo muy diferente”, añade el Pontífice.
A continuación, aclara lo que él espera de la nueva Doctrina de la Fe: “la Iglesia necesita crecer en su interpretación de la Palabra revelada y en su comprensión de la verdad sin que esto implique imponer un único modo de expresarla.
Porque las distintas líneas de pensamiento filosófico, teológico y pastoral, si se dejan armonizar por el Espíritu en el respeto y el amor, también pueden hacer crecer a la Iglesia. Este crecimiento armonioso preservará la doctrina cristiana más eficazmente que cualquier mecanismo de control.
Es bueno que tu tarea exprese que la Iglesia alienta el carisma de los teólogos y su esfuerzo por la investigación teológica con tal que no se contenten con una teología de escritorio, con una lógica fría y dura que busca dominarlo todo”.
Estas palabras han sido interpretadas por algunos como una refundación del Dicasterio, más en la línea de la Comisión Teológica Internacional o de la Pontificia Comisión Bíblica, en las que se fomenta el intercambio de opiniones entre teólogos, que en la línea de un Dicasterio dedicado a defender la Fe. ¿Habría servido esa nueva Doctrina de la Fe para defender la divinidad de Jesucristo frente a Arrio o para defender la doctrina católica frente a Lutero?
Las dudas son muchas, pero habrá que ver cómo se desarrolla en la práctica la nueva labor encargada a ese Dicasterio, que es esencial para la Iglesia. Quizá una pista sobre lo que pueda suceder venga dada por otra cosa sucedida esta semana.
El Vaticano ha prohibido que un teólogo italiano, Martin Litner, sea nombrado decano de una Facultad de Filosofía y Teología en el norte de Italia por ser favorable a la bendición de las uniones homosexuales. Esta prohibición ha desatado la ira de los progresistas y más de cien teólogos han firmado un documento de protesta.
Lo significativo del caso es que la prohibición no ha partido de algún “rígido” que aún pudiera quedar escondido en el Vaticano, sino del Dicasterio para la Cultura y la Educación católica, presidido por el cardenal portugués Tolentino, que es uno de los más liberales de la Curia romana. Merece la pena tener en cuenta este dado, para no juzgar antes de tiempo lo que pueda hacer monseñor Fernández en Doctrina de la Fe.
Por último, esta semana se ha vivido un momento extraño en Nicaragua, con la puesta en libertad del obispo mártir, monseñor Álvarez, para ofrecerle de nuevo la deportación. No está claro si el Vaticano, por motivos humanitarios, estaría implicado en esta oferta, cuyo rechazo fue lo que llevó a la cárcel a monseñor Álvarez hace tres meses.
El caso es que el prelado ha vuelto a rechazar la deportación y ha sido encerrado de nuevo en una celda sin ventilación de 2 por 2,5 metros, en la que el calor es asfixiante. Ha preferido seguir soportando la tortura antes que traicionar a Jesucristo y a su pueblo.
Es no sólo un ejemplo, sino un motivo de esperanza porque demuestra que en la Iglesia todavía hay pastores capaces de llegar hasta el extremo en su amor al Señor. No dejemos de rezar por él y también por el nuevo prefecto de Doctrina de la Fe, para que se deje siempre iluminar por el Espíritu Santo.
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