Bukele despertó el entusiasmo en toda América pero peca de populismo y de ausencia de garantías; ¿aviso para la oposición?
Por Nemesio Rodríguez Lois
Si el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, deseaba llamar la atención lo consiguió con creces puesto que lo que hizo hace días ha sido noticia en todo el mundo.
Durante muchos años el país centroamericano fue considerado como el más violento del continente puesto que, entre guerrilleros y pandilleros de la “mara salvatrucha”, lo que allí impera es la ley de la selva.
En días pasados, en un afán por llamar la atención a nivel internacional, Bukele fue noticia a todo lo largo y ancho del planeta.
Bukele acaba de inaugurar una nueva “mega cárcel” que puede albergar hasta 40 mil personas; una prisión de tales dimensiones que el presidente la describe como “la cárcel más grande de América”.
Esa fue la razón por la cual Bukele decidió celebrarlo por todo lo alto o sea trasladando a cientos de detenidos a la nueva prisión.
Quizás sean pocos quienes no pudieron ver el video en el que se muestra a cientos de prisioneros obligados a correr inclinados en fila, con el torso desnudo y en ropa interior blanca hacia el nuevo penal.
El video fue tan difundido que en varios países del continente se repite cada vez más la frase de que “necesitamos un Bukele” puesto que solamente con mano dura se podrá aplacar a los delincuentes.
El caso es que, al usar poderes de emergencia, Bukele logró encarcelar a más de 60 mil personas que equivalen al 2% de la población adulta del país.
¿Será verdad que los problemas no sólo de El Salvador sino del resto de Hispanoamérica lograrán resolverse al estilo Bukele?
Desde luego que no deja de ser cierto aquello de que no todo lo que reluce es oro por la sencilla razón de que solamente la cuchara es la que sabe cómo se encuentra el fondo de la olla.
Empezaremos dando un dato que la gran mayoría ignora o sea que gran parte de los encarcelamientos masivos se llevan a cabo sin que los detenidos sean sometidos a un justo proceso lo cual trae como consecuencia que muchos de ellos puedan permanecer tras las rejas durante varios años y sin que se les comprueben los delitos por los que fueron detenidos.
La violencia que padece El Salvador proviene desde hace décadas y en gran parte tiene su origen a la espantosa desigualdad social.
Hubo un tiempo en que eran catorce familias (llamadas “El Clan de las catorzonas”) las que acaparaban toda la riqueza del país.
Como era lógico, miles de desesperados, deseando salir de la miseria, optaron por alguno de estos dos caminos: O afiliarse a grupos de delincuentes como el de la “mara salvatrucha” o enrolarse en grupos guerrilleros de tendencia marxista.
El caso es que se habían dado ya las condiciones para la “tormenta perfecta” puesto que entre pandillas de maras, guerrilleros marxistas y la brutal represión de militares sanguinarios aquel país se convirtió en la antesala del infierno.
Regresemos a Bukele…
¿Qué pretende el presidente salvadoreño, cuya ideología es izquierdista con tal despliegue de mano dura?
¿Acaso amedrentar no solamente a los delincuentes sino también a una oposición cuyos líderes podrían ser encarcelados sin gozar de las garantías que ofrece un justo juicio?
Oportuno será decir que, al principio de su gobierno, Bukele protegió activamente a pandilleros buscados por delitos cometidos en los Estados Unidos.
Fue entonces cuando Bukele llegó a un pacto con los grupos criminales. Los principales líderes de las maras no serían extraditados a los Estados Unidos –donde purgarían penas de cadena perpetua- a cambio de que disminuyera el número de asesinatos y de que le apoyasen en las elecciones al partido gobernante.
La tasa de homicidios se desplomó de 1,147 muertos en 2021 a tan solo 495 el siguiente año.
Aunque, ciertamente, se ha reducido la tasa de homicidios como fruto de un entendimiento entre gobierno y delincuentes…¿Cuánto tiempo durará ese pacto?
¿Qué tan sometido se encuentra Bukele ante el crimen organizado que puede chantajearlo en el momento menos pensado?
Y mientras dura todo este circo lo más grave es que no se toman medidas eficaces tanto para reducir la pobreza como para desalentar a los jóvenes que se sienten tentados a convertirse en guerrilleros.
La solución consistiría en algo que –por ser de izquierda- jamás hará Bukele: Apoyar a los empresarios para que establezcan empresas en las que encuentren trabajo miles de salvadoreños. Esa y no otra es la solución, lo demás, repetimos, es circo populista.
Un circo populista con el cual un Bukele con ínfulas de dictador aprovecharía para mostrarle los colmillos no tanto a los pandilleros de la “mara salvatrucha” sino más bien a los políticos opositores que pudieran crearle problemas a mediano plazo.
*Artículo publicado con la autorización del autor, mismo que ha sido replicado en el sitio www.actuall.com
*Imagen tomada del sitio www.jornada.com.mx
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