Por P. Santiago MartÃn
(Franciscanos de MarÃa)
San Juan Pablo II decÃa que Europa tenÃa dos pulmones y que debÃa aprender a respirar con los dos. Uno era el oriental, más dado a la espiritualidad, y el otro el occidental, inclinado a la actividad.
Con lo que está sucediendo en Europa no sé qué dirÃa el Papa polaco, pero la verdad es que más que dos pulmones parece que hay -al menos en la Iglesia- dos almas distintas, por no decir dos Iglesias distintas, cada vez más alejadas la una de la otra y enzarzadas en una guerra civil destructiva.
Esto se ha puesto de manifiesto esta semana en el SÃnodo continental que se ha desarrollado en Praga y que quiere ofrecer al SÃnodo general que se celebrará en el Vaticano en octubre un resumen de las aportaciones del conjunto de las Iglesias que viven en Europa.
Han intervenido, como celebrantes principales en las Misas de las mañanas, cardenales y obispos de peso, que han seguido la lÃnea marcada por la carta de los cardenales ParolÃn, Ouellet y Ladaria. El anfitrión, arzobispo de Praga, fue muy claro al respecto y advirtió que la Iglesia no debe intentar amoldarse al mundo.
Ouellet, por su parte, reclamó que se tuvieran en cuenta las enseñanzas bÃblicas para rechazar la idea de que el sexo es una cuestión cultural que puede elegir cada persona según sus gustos. Incluso el cardenal Grech, secretario del SÃnodo, dijo en su homilÃa que este gran evento en el que se ha embarcado la Iglesia entera no debe servir para destruir la identidad de la Iglesia, sino para aclararla.
Pero si esto es lo que dice una de las “almas” de Europa, la otra dice justo lo contrario. Como siempre, la punta de lanza son los alemanes, pero no son los únicos ni están solos.
En el SÃnodo continental han pedido públicamente que se aprueben tres cosas: sacerdocio de la mujer, aceptación de las relaciones homosexuales y una nueva definición del sacerdocio en la lÃnea de los Consejos Sinodales que se están implantando ya en su paÃs y en los que tanto el obispo como el sacerdote delegan en los laicos su servicio de gobierno en diócesis y parroquias.
Han pedido, además, al resto de las 39 delegaciones presentes en la asamblea continental, que no tengan miedo a rebelarse contra Roma y que se sumen a ellos en estas peticiones.
Pero no van a ser sólo las delegaciones de paÃses como Austria, Suiza o Bélgica las que apoyarán más o menos abiertamente a los alemanes.
El arzobispo de San Diego, cardenal McElroy, está decididamente con ellos y ha pedido que la Iglesia acepte de una vez el concepto de género fluido y no binario, porque, según dice, lo que ha enseñado hasta ahora basado en la Biblia no es cientÃfico.
Dos almas enfrentadas. Una quiere hablarle al mundo desde la Palabra de Dios, aunque eso suponga ejercer una labor profética y enfrentarse con lo polÃticamente correcto, y la otra quiere hacerlo de forma que consiga las simpatÃas del mundo porque cree que asà vendrá más gente a la Iglesia.
Las dos se reprochan recÃprocamente la crisis en que de dÃa en dÃa se va sumergiendo ésta. El año pasado, más de 300.000 alemanes han abandonado oficialmente la Iglesia católica, en un movimiento de apostasÃa que de año en año crece de forma imparable.
Para los liberales, esa sangrÃa se frenarÃa si la Iglesia dejara de enfrentarse al mundo y aceptara lo que éste considera correcto. Para los que quieren ser fieles a Cristo y a la Tradición, es precisamente esa adaptación al mundo lo que hace huir a la gente de la Iglesia y recuerdan las palabras del Señor: “Si la sal se vuelve insÃpida, solo sirve para que la arrojen a la calle y la pisen”.
Y, mientras tanto, el mundo sigue cada vez más desquiciado. Las matanzas en Ucrania, un paÃs de esta Europa que vive en una guerra civil espiritual, no cesan. Muy cerca, en TurquÃa y Siria, un terremoto terrible ha causado más de 100.000 vÃctimas, entre muertos y heridos.
El dictador comunista de Nicaragua ha metido en la cárcel con presos comunes a un obispo y ha deportado a sacerdotes católicos.
Los musulmanes radicales siguen añadiendo mártires africanos a la larga lista que ya existe.
En China, la persecución no cesa a pesar de los pactos con el Vaticano. Es urgente que la Iglesia salga cuanto antes de esta crisis interna que la paraliza y se muestre unida y fiel a Cristo. Sólo asà podrá ser de verdad la luz del mundo que el Señor quiso que fuera.
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