Mochila Política 175/EZLN: la gran farsa del sistema


Mochila Política 175

7 de enero del 2022

Año 6


EZLN: la gran farsa del sistema


Por Héctor Moreno


A diferencia de otros años, el EZLN estuvo ausente el fin de año. Sus acostumbradas escenografías mediáticas para festejar un aniversario más de “su guerra”, fueron reemplezadas por un aviso de rompimiento y exhibición de ese supuesto grupo armado.


Fernando Yáñez Muñoz, “Germán”, jefe fundador de las Fuerzas de Liberación Nacional y del EZLN, el movimiento armado fue desviado por Marcos, quien “estuvo jugando a la guerra” para finalmente trastocar la idea original del movimiento armado y llevarlo al terreno de los derechos indígenas.


Aportó nombres, datos, fechas, acontecimientos y pidió a Marcos que salga de su zona de confort para aclarar las cosas. Y le lanzó una advertencia: “tendrá que responder ante nuestro partido por qué lo hizo y ante  y la sociedad por lo que ha hecho mal, se lo van a reclamar, mujeres, compañeros”.


Con los datos aportados se añaden piezas para entender ese teatro de operaciones políticas como una farsa del viejo sistema político, previo a la sucesión presidencial de 1994.


A través de los años en ese trama aparecen personajes ligados a Manuel Camacho Solís, a Marcelo Ebrard, a Andrés Manuel López Obrador y a Morena.


Se tuvo tiempo para todo


En su columna, Alto Mando, publicada el 7 de enero en Excélsior, Miguel Ángel Godínez García precisa algunos hechos ocurridos antes del 1 de enero de 1994 cuando el EZLN irrumpió en todo el mundo con una toma “armada” de San Cristóbal de las Casas y declaró la guerra al Ejército Mexicano.


Al Ejército se le declaró la guerra y, como tal, tenía que actuar. Se tuvo tiempo para preparar, como es debido, una defensa, tiempo para una estrategia que vencería finalmente al EZLN, llamada FT Arcoiris, al mando del general Godínez Bravo. Se tuvo tiempo de observar y esperar el levantamiento para defender la zona militar de Rancho Nuevo, en San Cristóbal de las Casas, que se intentó tomar la madrugada del 1 de enero del 94. A nadie tomaron distraídos, los mandos sabían que en cualquier momento algo sucedería, una misa de gallo adelantada, la presencia inusual de prensa extranjera y la sospechosa actitud del obispo Samuel. El general había informado sobre la presencia de un grupo guerrillero, a pesar de las cobardes declaraciones de Salinas que señalaban lo contrario, nada más falso que eso, desde abril de 1993, cuando se buscaba el paradero de dos soldados desaparecidos y finalmente asesinados por el EZLN, se encontraron evidencias de la existencia de este grupo transgresor de la ley y delincuente, como lo llamó mi padre. Finalmente, la historia del EZLN se cuenta sola, un grupo que ha sido incapaz de influir en la vida pública de nuestro país.


Para el columnista, el levantamiento fue tan solo eso, una farsa.


Las palabras pesan, pues se trata del hijo del General Miguel Ángel Godínez Bravo, quien fuera responsable de la zona militar y del combate al EZLN.


Lo que narra de abril de 1993 fue publicado en un reportaje del periódico El Norte de Monterrey en mayo de ese año e iba acompañado de fotografías del campamento de entrenamiento de esos grupos.


Nombres y apellidos


Quien recientemente le puso nombres y apellidos a esa farsa fue Javier Coello Trejo:


De acuerdo con las investigaciones e información que reuní en ambos sexenios puedo afirmar que quienes fraguaron la llamada rebelión indígena fueron el obispo Samuel Ruiz, Manuel Camacho Solís y el doctor Manuel Velasco Suárez.


Pero mayor fue su sorpresa cuando le entregué [al Presidente Carlos Salinas de Gortari] todo el expediente que me había entregado el FBI y que demostraba la participación de Manuel Camacho y del obispo Samuel Ruiz en el levantamiento zapatista, del que yo le había advertido a su debido tiempo.


(Javier Coello, de Policía a clásico de la política. Mochila Política 170. 25 de septiembre 2021. Año 5).


Cercanos a Ebrard, a AMLO…


No es la primera vez que esos grupos tras las FLN y el EZLN exhiben sus diferencias.


Por ejemplo, en febrero de 1995 cuando el gobierno del Presidente Ernesto Zedillo le quitó la capucha a Marcos y reveló que en realidad se trataba de un tamaulipeco de nombre Rafael Sebastián Guillén Vicente volvieron a conectarse viejas historias. 


Su hermana, Paloma ha sido una destacada priista. Fue secretaria general de gobierno en Tamaulipas en el periodo de Tomás Yarrington, hoy preso en Estados Unidos por sus nexos con la delincuencia organizada. En el sexenio siguiente, con Eugenio Hernández Flores fue Procuradora General de Justicia. “El Geno” Hernández está preso y pedido en extradición por Estados Unidos. Después fue subsecretaria de Gobernación y senadora de la República. 



También en 1995 se conocieron las declaraciones legales de María Gloria Benavides Guevara y J. Salvador Morales Garibay que revelaron algunos detalles que hoy llaman la atención.


Narran que a inicio de 1993 el mando del naciente EZLN estaba integrado por tres personajes cuyos pseudónimos eran Rodrigo, Germán y Marcos.


Los dos últimos eran y son plenamente identificados, pero tal Rodrigo, no. Hoy se sabe que su nombre real es Mario Menéndez Rodríguez, señalado por militantes de izquierda de haber sido un policía infiltrado en los grupos armados, de profesión periodista, años después director de la revista Por qué?, que después se transformó en Por Esto! y hoy en un diario que circula en Mérida, Yucatán.


Morales Garibay sostuvo que Gloria Benavides recibía financiamiento de parte de los hermanos Benito y Manuel Mirón Lince, quienes eran asesores jurídicos del EZLN.


Benito fue diputado federal por el PRD en 1997 y compañero de bancada de Marcelo Ebrard. En el 2000 apoyó a Andrés Manuel López Obrador a llegar al gobierno del Distrito Federal y éste lo nombra subsecretario del Trabajo.


Marcelo Ebrard, como Jefe de Gobierno capitalino lo designa Secretario del Trabajo y Fomento al Empleo del Gobierno del Distrito Federal.


Después aparecieron también personajes como Héctor Díaz Polanco para asumir las negociaciones a nombre del EZLN. Es el mismo personaje al que Andrés Manuel López Obrador colocó desde la fundación de la Comisión de Honor y Justicia de Morena…


Pura gente del sistema.



Perímetro


En 1997, los periodistas Bertrand De La Grange y Maité Rico, respectivamente, corresponsales de Le Monde y de El País en esos años en México, publicaron su libro, Marcos, la genial impostura, una profunda investigación que desveló en gran medida una hábil operación política en Chiapas. Este es un extracto de su Epílogo políticamente incorrecto:


Los zapatistas han prestado también un inestimable servicio al partido en el poder, que supo explotar el miedo al caos para ganar las elecciones de 1994. Si el PRI y el gobierno no han inventado al EZLN, por lo menos se han servido de él y lo han utilizado para legitimar al régimen y para consolidar su política económica, ese neoliberalismo contra el que Marcos ha intentado movilizar al planeta entero.


La causa india nunca fue la prioridad de Marcos ni la del resto de los dirigentes blancos de las Fuerzas de Liberación Nacional y su rama zapatista. Por ello, el obispo de San Cristóbal. Samuel Ruiz, y una plétora de antropólogos necesitados de reconocimiento tomaron el control de las negociaciones en nombre del EZLN. El resultado estuvo a la altura de los expertos invitados: lamentable. Los más locuaces, Héctor Díaz Polanco y Gilberto López y Rivas, que estuvieron mucho tiempo al servicio del gobierno mexicano, habían participado sin ningún remordimiento en la guerra de baja intensidad llevada a cabo por las autoridades nicaragüenses contra los indios miskitos de la costa atlántica. El gobierno sandinista los había invitado a colaborar en el diseño de un régimen de autonomía «en favor» de los miskitos que, de hecho, formaba parte de una vasta operación contrainsurgente destinada a debilitar a la guerrilla antisandinista, la Contra. Y mientras el ejército masacraba tranquilamente a los indios de la costa que le eran hostiles, los dos antropólogos mexicanos aconsejaban a la administración sandinista sobre la adopción de estructuras autónomas destinadas a «pacificar» la región.


Diez años más tarde ambos vuelven a las andadas, esta vez en su propio país. Pero ahora han cambiado de campo, y se oponen a un gobierno acusado de reprimir a los indígenas y de negarles el derecho a una autonomía jurídica. Lo más probable es que los indios de Chiapas no obtengan muchos más beneficios que los miskitos de Nicaragua, ya que sus defensores han consagrado lo esencial de sus intervenciones a hacer profesión de fe revolucionaria y a denunciar a los «gobiernos de traición nacional» al servicio de «la oligarquía nacional y extranjera». ¿Y qué tienen que ver los indios en todo esto? Son simples cobayas, instrumentos al servicio de ciertas organizaciones políticas y religiosas que han hecho de ellos una fuente de poder e influencia. El compromiso de estos grupos en favor de la causa indígena les da acceso a fondos nacionales e internacionales y les permite tener una presencia en los medios de comunicación totalmente desproporcionada para su peso real en la sociedad mexicana.


En México y en el extranjero, los medios de comunicación y los simpatizantes de la guerrilla sólo se interesan por los más ruidosos, los varios miles que han tomado las armas, y por un personaje fuera de lo común que ha sido elevado al rango de símbolo mundial de la lucha contra el pensamiento único y el neoliberalismo triunfante. La realidad local se ha diluido para dar paso a un Chiapas virtual, reducido a la visión maniquea que transmiten los internautas aparte de las informaciones y los análisis proporcionados por Marcos y la diócesis de San Cristóbal. Las angustias y las aspiraciones de la mayoría silenciosa no pesan mucho frente a la locuacidad del jefe carismático, que ha hecho de los indios un capital revolucionario y un trampolín político.

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