La cacerĂ­a

“Esto es una cacerĂ­a”. Esas fueron las palabras del cardenal Pell cuando le llevaron a la cĂ¡rcel, condenado en primera y segunda instancia por unos abusos sexuales a menores que no cometiĂ³. Fue el Tribunal Supremo de Australia el que deshizo las acusaciones, que no tenĂ­an ningĂºn fundamento, y le devolviĂ³ la libertad. 

Pero para entonces ya habĂ­a pasado 404 dĂ­as en prisiĂ³n, aislado y prĂ¡cticamente sin poder celebrar misa. Fue una cacerĂ­a contra un hombre que reunĂ­a dos graves “delitos” y ninguno de ellos era aquel por el que fue condenado. Era conservador en doctrina y habĂ­a intentado limpiar de corrupciĂ³n las finanzas vaticanas. Por esos “delitos” se organizĂ³ la trama contra Ă©l y aĂºn estĂ¡ sin aclarar quienes fueron los que la organizaron, cuĂ¡nto pagaron por ello y a quiĂ©n se lo pagaron.

He pensado en el cardenal Pell y en su frase estos dĂ­as, cuando he visto lo que le estĂ¡n haciendo al cardenal Voelki de Colonia. Voelki ha cometido tambiĂ©n dos “delitos”, parecidos a los Pell. Es conservador y se ha enfrentado no a la corrupciĂ³n vaticana sino a la corrupciĂ³n alemana, aunque en su caso esa corrupciĂ³n sea doctrinal y no econĂ³mica. Voelki es el mayor crĂ­tico del SĂ­nodo alemĂ¡n, con la particularidad de que gobierna una importantĂ­sima diĂ³cesis. Por eso hay que acabar con Ă©l. 

Para ello montaron un estudio supuestamente independiente que le implicaba en protecciĂ³n de sacerdotes pederastas. Eran tan zafio y mal hecho el estudio que Ă©l encargĂ³ otro y, ademĂ¡s, entregĂ³ sus resultados a la policĂ­a. Quedaba totalmente exonerado de cualquier responsabilidad y lo Ăºnico que se le pudo achacar fue que no habĂ­a sabido comunicar bien las medidas que habĂ­a empleado contra los pederastas. 


En cambio, resultaba implicado el que era vicario general de la diĂ³cesis cuando ocurrieron los hechos, el actual obispo de Hamburgo, monseñor Hesse, uno de los impulsores mĂ¡s destacados del proceso cismĂ¡tico alemĂ¡n. Sorprendentemente para unos, lĂ³gicamente para otros, el Papa no aceptĂ³ la renuncia de Hesse y en cambio le impuso a Voelki un retiro de varios meses, que estĂ¡n a punto de cumplirse.

QuizĂ¡ sea por eso por lo que se ha levantado de nuevo la veda contra el cardenal alemĂ¡n y sus enemigos, dentro del Episcopado de ese paĂ­s y fuera de Ă©l, han insistido en que dimita. La voz mĂ¡s poderosa de sus acusadores ha sido la del cardenal de Luxemburgo y jesuita, Hollerich, que preside las Conferencias Episcopales europeas y es el relator del SĂ­nodo sobre la Sinodalidad. Hollerich ha dicho que Voelki debe dimitir porque sus feligreses no le quieren. 


No creo que haya ido uno por uno a preguntar a los catĂ³licos de Colonia y supongo que se basa en el resultado de la Ăºltima estadĂ­stica de bajas en la Iglesia alemana. Colonia estĂ¡ a la cabeza en el aumento porcentual de esas bajas y eso ha debido ser interpretado por Hollerich como un rechazo popular. 


Me da pena que Su Eminencia no haya pensado en una posibilidad que a mĂ­ me parece mĂ¡s que probable: que la subida de ese porcentaje sea el resultado de unas bajas promovidas entre los fieles mĂ¡s liberales de la diĂ³cesis para dejar en evidencia a su arzobispo y tener asĂ­ un argumento contra Ă©l. 


Sorprendentemente para unos, lĂ³gicamente para otros, Hollerich no ha dicho nada sobre la necesidad de que renuncien obispos cuyas conductas sĂ­ tienen indicios de complicidad con sacerdotes pederastas, como Bätzing y Marx, presidente de la Conferencia Episcopal alemana y cardenal arzobispo de Munich respectivamente, con el agravante de que en nĂºmeros absolutos Munich es la diĂ³cesis donde ha habido mĂ¡s bajas por apostasĂ­a, muchas mĂ¡s que en Colonia. 


Aunque quizĂ¡ esa peticiĂ³n de Hollerich a Voelki se entienda mejor si se tienen en cuenta sus Ăºltimas declaraciones, en las que se muestra partidario del sacerdocio de los casados, del diaconado femenino (que todos sabemos que es sĂ³lo un paso hacia el sacerdocio femenino) y de la aceptaciĂ³n como buenos de los actos homosexuales. 

Esto no es bĂºsqueda de la justicia. Esto es una cacerĂ­a. Y Voelki no es la Ăºnica presa. Benedicto XVI es la “pieza mayor” que se quieren cobrar, pero de Ă©l volverĂ© a hablar cuando haga pĂºblicos sus argumentos contra el informe que le acusa de negligencia con sacerdotes pederastas. Informe que fue elaborado por el mismo equipo que hizo el dirigido contra Voelki y pagado por la diĂ³cesis del cardenal Marx. ¿A alguien le puede sorprender el resultado?


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