Por Miguel Ángel Vichique
“Para nosotros ha sido de mucha ayuda
la participación del doctor López-Gatell.
Ejemplar,
no creo que haya un funcionario en el mundo
con esas características, aunque se enojen y
ya sé lo que van a replicar.(…)
que se escuche bien y se escuche lejos, nosotros
lo consideramos un extraordinario servidor público”.
AMLO
El vocero Hugo López Gatell es uno de los funcionarios que marcan negativamente el gobierno de López Obrador, y que dando tumbos, va de escándalo en escándalo, pero sostenido hasta ahora por el Presidente. A cualquier precio.
La tontería más reciente no tiene desperdicio.
Durante el programa televisivo El Chamuco, de canal 22, con la intervención del caricaturista Rafael Barajas - “El Fisgón”-, conocido por su filiación obradorista y su trabajo como director del Instituto Nacional de Formación Política de Morena, López Gatell declaró:
“Aquí me gustaría hacer, aprovechar para hacer una especie de alerta, por lo menos que quede registrado: este tipo de generación de narrativas de golpe, a veces se ha conectado en Latinoamérica, en la historia de Latinoamérica, con golpe, golpe, golpe de Estado, y esta idea de los niños con cáncer que no tienen medicamentos, cada vez lo vemos más posicionado como parte de una campaña –más allá del país- de los grupos de derecha internacionales que están buscando crear esta ola de simpatía en la ciudadanía mexicana, ya con una visión casi golpista…es de manual”.
Este es uno de los pronunciamientos que lo retratan de cuerpo entero.
Aventurar el disparate de un golpe de Estado de la derecha internacional utilizando a niños que no cuentan con las medicinas para atender sus enfermedades, es una barbaridad. Es un ejemplo de cómo, ante la ineficiencia gubernamental probada, se ofrecen idioteces.
Ahora bien, ¿por qué no conseguir las medicinas y acabar de una vez con ese pretendido golpe de Estado?
No es casual que haya sido calificado como “doctor muerte”, charlatán, impresentable, inepto, cínico, y hasta criminal, pero sigue en su puesto.
La pregunta obligada es por qué continúa luego de que al menos nueve gobernadores pidieron su destitución; miembros de Morena y de otras fuerzas políticas, también; ex secretarios de salud presentaron propuestas y urgieron al gobierno cambiar la estrategia frente al COVID-19, de las cuales se burló; ha sido corregido públicamente como lo hizo la Organización Mundial de la Salud a través de Michael Ryan, encargado de emergencias, quien señaló que los síntomas del coronavirus no son “los de un catarro”, como había dicho López Gatell; periodistas, comentaristas y presentadores han pedido desconfiar se sus dichos, hasta Javier Alatorre, de TV Azteca, pidió “ya no hacerle caso”; se resistió a usar cubre bocas; falló en sus pronósticos y llegó a afirmar que la pandemia causaría un total de entre 6 y 8 mil muertos; en fin, ha estado muy lejos de las exigencias profesionales y la sensibilidad social que se requieren.
Terminó siendo falsa esta declaración de López Obrador: “Tomamos la decisión de dejar este asunto de salud pública en manos de técnicos, de médicos, de científicos, porque si se deja en manos de políticos y de politiqueros, que es lo peor, entonces se altera todo”.
Pues, en medio de las maniobras políticas, si este era el técnico, médico o científico, resultó ser un propagandista zalamero y un comunicador extraviado y contradictorio, de esos que no se entienden ni ellos mismos. No obstante, regresa a conferencias de prensa y lo que se espera -ni más ni menos-, es que siga siendo “ejemplar”.
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